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Editorial: Los cubanos contra María Corina

28 junio 2013

MariaCorina

La grabación de la conversación privada entre María Corina Machado y Germán Carrera Damas forma parte de una estrategia del gobierno cubano para destruir a la diputada  opositora.

Inicialmente, el castro-comunismo quiso desprestigiarla, por medio de una campaña de calumnias; luego intentó doblegarla físicamente, ordenando que le dieran una golpiza en la Asamblea; y ahora pretende que sea execrada de la MUD, divulgando esta grabación, obtenida ilegalmente.

El G2 identificó que María Corina constituye una amenaza para sus intereses coloniales, básicamente por tres motivos:

Primero, ella plantea como su principal objetivo lograr la liberación del dominio cubano. Ha denunciado públicamente el control que mantiene La Habana sobre nuestros registros, notarías, aduanas, el sistema de identificación y extranjería, la política exterior, sectores importantes de la economía nacional, y, sobre todo, sobre nuestras Fuerzas Armadas Nacionales.

Segundo, María Corina es la principal adalid en Venezuela de lo que se conoce como «diplomacia parlamentaria», una red latinoamericana de senadores y diputados, que en la práctica se está convirtiendo en un bloque regional contrario al proyecto castro-comunista.

Y tercero, ella ha comprendido que para garantizar un cambio político la lucha no se limita a lo electoral, sino que abarca otros aspectos, principalmente la protesta pacífica de calle, lo cual constituye un derecho consagrado en la Constitución. Por eso, Machado promueve abiertamente manifestaciones masivas como las que actualmente se realizan en Brasil, para hacer retroceder al gobierno, e incluso obligarlo a realizar nuevas elecciones presidenciales, pero sin trampas ni ventajismos.

Como ella misma lo reconoce, los ataques contra María Corina Machado no van dirigidos hacia una persona, sino contra todos los venezolanos; y tienen por objetivo seguir profundizando el control del Estado sobre los ciudadanos y perpetuar la dominación cubana sobre Venezuela.

Nuestra respuesta debe ser firme y sin ambigüedades: ganamos las elecciones del 14 de abril y el usurpador Maduro debe irse; urge organizar un movimiento de calle que haga valer la voluntad popular; y debemos exigir a las Fuerzas Armadas que cumplan con su deber de defender la soberanía y restablecer la vigencia de la Constitución.